No lo puedo creer!... Es inaudito!!
Cómo puede seguir haciendo lo que tanto aborrecía, de lo que se quejaba todo el tiempo.
Todos los días, a la misma hora, Clarisa, mi vecina y amiga de toda la vida, debía tomar su "complejo vitamínico", hiel pura; frascos y frascos guardados en la heladera, en las alacenas, en todas partes de la casa; era una obsesión de su madre. Por supuesto que no importaba si era día hábil, fin de semana, invierno o verano.
Tengo la imagen de Clarisa, sentada a la mesa, frente a frente con su madre, quien la obligaba de muy mala manera, a tomarse “aquello” sin chillar y para bienestar de ella… ni respirar!, haciendo todo tipo de promesas y juramentos si algo o alguien la liberaba del calvario.
A veces yo pasaba a buscarla, ya de tarde, para ir a jugar, pasear o pasar el tiempo contándonos nuestras cosas, y mi amiga yacía ante su tortura, como ella lo llamaba.
Pasaron los años, cambiaron las modas, los políticos, los permisos, los novios...pero no la agónica costumbre.
El solo hecho de recordar las inconfesables cosas que inventábamos desde chicas para que zafara de aquel momento, me dan escalofríos de miedo, pero no... era imposible, su madre siempre se las arreglaba para que Clarisa, por temor, remordimiento o mezcla de amor y odio, quedara atrapada en aquel callejón sin salida.
Pero ahora... ahora que ya ha ocurrido lo que tantas veces habíamos hasta suplicado a Dios, Clarisa repite su historia.
Según me cuenta Clara, mi hija, a su amiguita, la mamá la obliga a tomar todos los días una "pócima mágica".
Pienso seriamente qué le pudo haber pasado, habrá hecho alguna promesa o realmente tendrá temor de que su madre cumpla con lo que tantas veces le gritaba, de no dejarla vivir en paz por el resto de su vida, remordiéndole la conciencia, si dejaba de lado su costumbre.
No logro imaginar qué cosa habrá pasado por la mente de Clarisa para cambiar tanto, será quizá que haya enloquecido de ver tantas veces de chicas, esa película, esa...cómo era que se llamaba?... pucha!, no recuerdo, la que la protagonista era médium… se comunicaba con los muertos… hay cómo era?
_Clara!!... vení de una vez que ya es la hora!, vamos que se me vuelca y te advierto que lo vas a tomar de cualquier manera!!!
Claudia Nájera
4 comentarios:
¡Qué cosa las madres! El cuento juega con una constante del imaginario social, las madres culpógenas, pero le pone una gotita de género fantástico que, para mi gusto, tendrías que explorar un poquito más, porque podría darle mayor potencia a una situación "habitual".
Me gusta ese encanto de realidad. Dicen que las manías (me parece más apropiado que hábito) no vienen solas y una vez que se instalan no se pueden dejar.
Cecilia Tijero
Claudia,me veo tan reflejada en tu relato!esas son cosas de madres.Me parecio que tu relato coincide con la consigna.Me encanto y también me divirtió!
muy buena la historia, me gusto el lugar de narrador que tomaste y el hecho de usar como argumento algo tan comun como las manias de las madres
de Andrea Rolón
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