viernes, 28 de noviembre de 2008

Crónicas de taller.

por Ana Pérez Casal


Soy Gabriela, profesora de letras y periodista del diario La Capital de Mar del Plata.
Llegué a Chascomús, a coordinar el curso ( a mí me gusta llamarlo taller) de Escritura Literaria para Docentes.
El primer viernes me encontré con una multitud de cincuenta cotorras que pude, a duras penas, encerrar en la sala de Música de la Escuela Normal. Y seguían llegando más, quizás guiadas por el ruido de las otras se encerraban solas.
Pasada la media hora de clase, cuidadosamente planificada que constaba de una técnica de presentación y otra de elaboración grupal de expectativas, pude comprobar que no eran cotorras sino urracas aficionadas a la mediocridad y aferradas a la birome que iban convirtiéndose en cuervos dispuestos a picotearme los ojos cuando les mencioné la palabra Internet. Me acusaron de impostora por no haberles avisado y creo que, hasta pensaron que las insultaba cuando dije la palabra blog.
Me fui silbando bajito y pensando por qué no me quedé sólo con el grupo de Castelli. ¡Todo por dos mangos de porquería que, quién sabe cuando cobraré! O por amor al arte… ¡qué sé yo!
Después siguieron la construcción del narrador, la lógica argumental, el cuento fantástico, Don Quijote, la microficción, entre otros.
A medida que fueron pasando las semanas, eran menos las sillas ocupadas pero crecía la avidez que demostraban en su interés por escribir y por leer.
Hoy que todo termina, me dicen que sienten el duelo que uno vive cuando se da cuenta de que llegó a la última hoja de la novela.
Ahora no me arrepiento y supongo que ellas tampoco.

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