domingo, 2 de noviembre de 2008

La Herencia, la herencia...

por Liliana Alarcón

Los vi cuando llegaron, una mañana lluviosa, descalzos, mal vestidos. ¡Daban lástima pobrecitos! Era una pareja joven. Traían como único equipaje una valija gastada que parecía de cuero. Se miraron asombrados parados frente a la casona. De pronto se abrió la puerta y un mayordomo que no había visto nunca antes, los recibió y los hizo entrar. Eran los nuevos herederos el dueño de casa había muerto y les había dejado toda su fortuna, me los dijo el administrador quién me contrataba de tanto en tanto.

Lo que les voy a contar pasó realmente. No es obra de mi imaginación,¡ no soy un mentiroso!

Estuve varios meses cumpliendo mi trabajo y no veía a los herederos.

Cierto día los vi de casualidad yo estaba limpiando el parque, ambos pasaron un instante frente a la ventana y miraron hacia fuera, alcancé a ver sus rostros delgados y muy tristes. Pero lo que despertó mi curiosidad, es verlos vestidos como cuando que llegaron. ¿Cómo podía ser? ¡Eran los dueños de ese majestuoso lugar! Aquí comenzó mi obsesión días tras días vigilaba disimuladamente, tratando de ver desde cualquier abertura o espacio que me permitiera saciar nuevamente mi visión, pero no logre mi cometido.

Comencé a estudiar los movimientos del mayordomo; salía los martes y cerraba cuidadosamente la casa y tardaba dos horas en regresar. Tenía tiempo suficiente para hablar con los herederos pero ¿Qué les diría? ¿Con qué excusa me presentaría ante ellos? Y por fin llegó el día, esperé el tiempo adecuado para que se alejara lo suficiente y llamé a la puerta, nadie respondió, me dirigí hacia el cuarto de herramientas en la parte de atrás. Allí había una puerta que daba a un pasillo de casa. Rogué que no ofreciera resistencia, ya que estaba deteriorada pero parecía fuerte. La despegué prácticamente del marco, nervioso, las manos me temblaban. Pero la intriga era irresistible, recorrí sigilosamente las habitaciones y no encontré nada. Pero pegado a una la escalera que daba al altillo, había una puerta pequeña, la llave estaba colgada en el borde del marco, la abrí y bajé dos pequeños escalones, presioné la llave de luz que esta al alcance de la mano y me encontré con dos esqueletos encadenados y vestidos con los mismos harapos con que habían llegado. Al cabo de un tiempo después de haber hecho mi descubrimiento, volví a ver desde el parque, otra pareja que llegaba a la mansión, y era recibida por el mismo mayordomo.

2 comentarios:

ceci dijo...

muy buena la historia. trabajaste relindo el momento en el que vos eras el narradar y personaje de la historia.
el argumento me hizo pensar mucho en la estructura de los cuentos que habia leído.
me llevaste a la lectura ansiosa queria que ya llegue el desenlace de la historia.

Anónimo dijo...

muy bueno, me gusto la historia y tambien el desenlace, que no me lo esperaba, muy buenas las descripciones.
de Andrea Rolón