Helmer era una persona sombría, solitaria, callada, de andar lento, de voz ronca, áspera, lastimera, y de unos modos muy toscos y agresivo en su hablar. Seco, la palabra exacta y nada más, nunca un comentario de nada, nunca una sonrisa, nunca supimos de su familia, ni de sus gustos y preferencias, sólo recibíamos de él críticas, órdenes y malos tratos, como si nos estuviera castigando por estar en nuestra casa, la que habíamos recibido por un testamento de un señor amigo de unos vecinos nuestros, que jamás en nuestra vida habíamos visto, pero que él nos conocía y nos quería mucho, por eso nos había tenido en cuenta; así nos contaron nuestros vecinos. A lo mejor no era cariño, sino lástima lo que sentía por nosotros…
Realmente pasamos unos años muy duros en esa casa, vivíamos apesadumbrados, oprimidos, sentíamos que no teníamos libertad, que no podíamos resolver nada, siempre estaba él ahí poniéndonos un pie encima, no dejándonos respirar… era imposible vivir así, no teníamos paz, hasta un día quiso hacernos pelear con mi señora, le dijo que me había visto a mí dándome un beso con una muchacha que vive en la otra cuadra, armó una situación confusa con mi esposa, que los dos logramos superar, con diálogo y confianza. Tengo malos recuerdos, lo único lindo fue haber recibido esa casa en herencia, que nos hizo salir de nuestra pobreza, dejar el rancho que se nos estaba cayendo a pedazos para trasladarnos a una casa hermosa, con todas las comodidades. Para colmo, junto con la casa nos vino el sirviente, que, según lo indicaba el testamento, estaba prohibido expulsar. Fue una cruz bastante pesada, que tuvimos que cargar durante algún tiempo.
Afortunadamente, hoy, esta es una historia vieja, y cerrada, porque la casa ya la vendimos, pero lo más raro de toda esta historia se nos develó el día que Helmer murió, ese día comprendimos todo, y a la vez, casi nos morimos nosotros también; nos enteramos que nuestro sirviente no era nuestro sirviente, sino que el propio Helmer era el mismísimo dueño de la casa que habíamos recibido en el testamento, y ahí entendimos quiénes habían sido los verdaderos esclavos.
2 comentarios:
Me gustó el comienzo. Empezaste describiendo el sentimiento de opresión y después explicaste el motivoEso ya te predispone molesto sin haber leído el resto. Hibiese sido bueno dejar en la historia algún hilo suelto, algún misterio para develar.
Ana
Concuerdo con Ana. Es un excelente comienzo; mantené el tono opresivo que señala Ana. Relatá cómo se desarrolló la vida una vez que recibieron la casa (además creo que no deberían tomar tan livianamente que recibieron semejante casa como herencia, al menos yo no lo haría)
Publicar un comentario